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El blog de ace76

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SIENA

SIENA Cuando diseñé mi ruta por Europa, escogí Florencia como punto de partida de varias excursiones. Una era una opción evidente: Pisa. La otra no lo era tanto: Siena.

De Siena sabía dos cosas: una, que durante el Renacimiento se desarrolló en ella una escuela de pintura con carácter propio. La otra, que había dado nombre a un color, un castaño oscuro (pequeño paréntesis: una manera de aprender nombres de colores es coleccionar sellos, no es lo mismo magenta que lila que morado que violeta que añil que indigo que cyan que azul turquesa que azul marino que rojo siena que bermellón).

A media mañana cogí un tren para Siena. El trayecto duró hora y media, pero se me hizo corto. Viajar a través de la Toscana es un placer: las colinas, los campos de vid, el verde que refleja y tamiza la luz del sol, los pueblos de aspecto medieval, los monasterios con sus claustros intactos... Sí, no se puede negar, aunque suene cursi, "bonito" es el adjetivo que mejor describe esta región.

Siena es una ciudad de unos cincuenta mil habitantes construida sobre una colina y rodeada por una muralla. Mientras subía hacia la puerta de acceso desde la estación, me detuve en un establecimiento de "pizza al taglio" y, al azar, pedí una porción de pizza Capricciosa. Catástrofe: llevaba setas. Las tuve que ir quitando con disimulo y tirarlas al suelo del local cuando nadie me veía. Desgraciadamente, me tuve que comer algunas. Luego noté sus nocivos jugos disolviéndose en mi estómago.

Siena tiene una gran plaza medieval, con un castillo con almenas de juguete y una torre estrecha y alta. Hice una cola de una hora, detrás de un grupo de catalanes, para subir. Desde lo alto, se ve toda la ciudad y toda la Toscana. Como si uno estuviera en lo alto de un rascacielos, las personas se ven como hormiguitas. Al salir, pensé en lo absurdo que era ir hasta una ciudad, a centenares de kilómetros de mi casa, para ascender a lo más alto de una torre y ver el paisaje.

Pero, si es por eso, todos los viajes son absurdos.

Y no, se viaja para aprender. En el castillo de Siena, aparte de varios cuadros de la escula pictórica de la ciudad, hay salas y salones donde, hace siglos, se reunían los gobernantes de la ciudad. Pintados en las paredes, retratos de filósofos, héroes de la Antigüedad y santos, personajes notables escogidos para dar ejemplo a los políticos de la Edad Media. Pero lo que más me gustó fue una gran estancia donde, dos grandes frescos muestran Siena, arruinada por el Mal Gobierno (un monstruo dominado por la soberbia, la vanaglora y la avaricia), junto a una Siena esplendorosa y feliz con el Buen Gobierno, al que acompañanan la Sabiduría, la Justicia y la Paz, una sencilla mujer vestida de blanco.

YA NO QUEDAN DÍAS DE VERANO

YA NO QUEDAN DÍAS DE VERANO El verano se va cuando apenas ha empezado. Todo el año esperando a que llegue el calor y, en cuanto uno se descuida, las piscinas ya están cerradas, tiene que volver a sacar jerseys y cazadoras del armario y octubre aparece en el horizonte con sus largas noches y sus cielos grises.

Mañana empieza el otoño. El verano de 2005 queda clausurado y dentro de nada será un recuerdo. Por suerte, este verano no se confundirá con otros: éste ha sido el verano del Interrail. Aunque he de reconocer que el verano del 2004 fue olímpico y arcangelical, el verano de 2003 fue el del retorno a NY, el verano de 2002 fue el verano juanito... ¿Y el verano de 2001? Hmmm, éste ya se me queda muy atrás.

Parece mentira que, hace apenas un mes, estuviera en el tren Roma-Bari. A esas alturas, el italiano ya se había convertido en un idioma familiar. Comenzaba a entender casi todo lo que decían por la tele. ¿Será verdad que aprender italiano es "facile e divertento"? También me había acostumbrado a estar solo. Una de las grandes ventajas de viajar solo es que aprendes a estar contigo mismo y a no aburrirte. Pensar se convierte en una distracción, dejas que la mente fluya y reflexione sobre el pasado, el presente y el futuro. Te das cuenta de qué cosas echas de menos y a quien extrañas. Desde lejos, hay cosas que se ven más claras: quizás se vean mejor las cosas esenciales porque en un viaje todo es provisional, temporal, no hay cosas definitivas ni preestablecidas. Todo es accesorio e improvisado: ¿A dónde iré hoy? ¿Dónde dormiré? ¿A quién conoceré?

Una de las mayores lecciones que aprendí este verano es que una de las mejores cosas de hacer un viaje es volver: qué bonito es tener un lugar al que regresar.

Y qué bonito es haber descubierto lugares para recordar con cariño, como el jardín de Villa Camerata, en Florencia.

MOMENTO FOTOLOG

MOMENTO FOTOLOG ¿Y si me dejo perilla?

UN POEMA EN UN BANCO

UN POEMA EN UN BANCO I walk in
I see you
I watch you
I scan you
I wait for you
I tickle you
I tease you
I search you
I breath you
I talk
I smile
I touch you hair
You are the one
Who did this to me
You are my own
I show you
I feel you
I ask you
I don’t ask
I don’t wait
I won’t ask you
I can’t tell you
I lie
I am crying hard
There was blood
No one told me
No one knew
My mother knows
I forget your name
I don’t think
I bury my head
I bury your head
I bury you
My fever
My skin
I cannot breathe
I cannot eat
I cannot walk
I am losing time
I am losing ground
I cannot stand it
I cry
I cry out
I bite
I bite your lip
I breathe your breath
I pulse
I pray
I pray a loud
I smell you on my skin
I say a word
I say your name
I cover you
I shelter you
I run from you
I sleep beside you
I smell you
On my clothes
I keep your clothes

Este texto está grabado en un banco de piedra en el jardín del museo de Peggy Guggenheim, en Venecia. Es una escultura-poema de Jenny Holzer.

SUAVE DESPERTAR EN EL MEDITERRÁNEO

SUAVE DESPERTAR EN EL MEDITERRÁNEO Y una isla te saluda en el horizonte.

QUIERO VOLVER A GRECIA

QUIERO VOLVER A GRECIA Durante este viaje he visto muchos lugares interesantes: Venecia, la Toscana, Estambul, Siena... Pero quizás, para mí, la mayor sorpresa fue llegar a Atenas. Fue un viaje largo y lento: quince horas en un ferry, tres horas de espera en la estación de Patras y casi seis horas en el tren. Pero la gran ventaja de viajar así es que puedes disfrutar del trayecto y del paisaje.

Viajar en ferry desde Bari a Patrás a través del Adriático y el Jónico (que no el Egeo, el otro día me equivoqué)sólo cuesta diez euros si tienes billete Interail. Eso sí, no se puede decir que viajes en un camarote de lujo. A todos los mochileros nos juntaron en la amplia terraza de una cafetería del piso superior. Yo tuve suerte, y como llegué pronto y viajaba solo, puede ocupar todo un banco para mí. Ahí extendí mi saco de dormir y pude conciliar el sueño por unas horas, mo muchas pero más de las que hubiera imaginado. Viajar en barco es como viajar en tren, sientes un leve traqueteo y nada más. Asomado en la cubierta, pude contemplar algo que no había visto nunca: a lo lejos, en el horizonte, grandes nubes oscuras en cuyo interior resplandecen, cada pocos segundos, fugaces relampagos que iluminan la noche. Es como ver una tormenta atrapada en la red de un pescador.

Y al amanecer, miré por la ventana y vi como el barco atravesaba un mar repleto de islas y más islas. El cielo y el mar eran de un azul profundo que me recordó al de la bandera de Grecia. El azul del cielo y el mar, el verde de las aceitunas y los olivos, y el blanco de las casas de Plaka. Esos son los colores de Grecia. Y todo bañado por la luz del Mediterráneo: esta luz existe, no es una leyenda ni un tópico publicitario.

Los ferrocarriles griegos nunca podrán presumir de su velocidad, pero pueden excusarse diciendo que así permiten que el viajero admire el paisaje. El tren a Atenas circula en paralelo al Golfo de Corinto, y en algunos tramos lo hace a muy pocos metros del mar. Puedo decir que el viaje hasta se me hizo corto... y así llegué a Atenas. La estación central estaba en obras y el tren se detuvo en un apeadero secundario dejado de la mano de Dios. Los rótulos informativos estaban en griego, claro, y las guías de viaje no contemplaban esa posibilidad. ¿Perdido en la gran ciudad? No. Un chico mejicano que trabajaba repartiendo folletos para un hostal me explicó muy amablemente como coger al autobús para llegar a una estación de metro. Y en metro, en seguida llegué a la plaza Sintagma (¿a qué es gracioso el nombre? Me hace pensar en una ciudad con la Calle Lexema y el Paseo Predicado). Porque los trenes son lentos, pero el metro es el más rápido del mundo. Lo que hacen unas Olimpiadas (snif).

Locusta ya me había dicho que la zona más bonita de Atenas es Plaka. Tenía razón. Mi albergue (que se lleva el premio al baño más sucio de Europa) estaba en medio de ese laberinto de pequeñas plazas, callejuelas e iglesias bizantinas. Pero la belleza de Plaka no está tanto en su aspecto como en el ambiente. Por las noches, cuando refresca, las terrazas de los restaurantes se llenan de gente, las tiendas de souvenirs siguen abiertas hasta muy tarde, los perros duermen en la puerta de las casas, entre las parras brillan los faroles y en las mesas, los candelabros, el aire se llena con el sonido del sirtaki. Se respira vida, alegría, fuerza. Yo me limitaba a pasear por las calles y contemplar el espectáculo, perdiéndome por Plaka (y no es una licencia poética, la primera noche llegué a despistarme y tuve que retroceder sobre mi pasos).

Y al día siguiente, visita a la Acrópolis. Todos hemos visto el Partenón en fotos. Pero como tantos otros monumentos, el Partenón no revela sus secretos hasta que no se le ve en directo. No en vano, todo lo que es nuestra civilización occidental, nuestra moderna Europa, nació ahí, en esas ruinas. La Acrópolis, el Ágora, Atenas... son el inicio de nuestra Historia y eso sobrecoje.

Algún día volveré y descubriré otros lugares de Grecia: el Monte Olimpo, el Oráculo de Delfos, sus islas... ¿Quién se apunta?

¿CREEMOS EN EL AMOR?

¿CREEMOS EN EL AMOR? En la bella Verona se puede visitar la casa de Julieta. Es un elegante edificio medieval, con un patio interior al que da un bonito balcón de piedra. Fue a ese mismo balcón al que escaló Romeo para reunirse con su amada Julieta a pesar de la oposición de sus familias, enemigas desde tiempo inmemorial. Pero Romeo era "un juguete del destino", no lo olvidemos...

Un momento, ¿nos hemos vuelto tontos? "Romeo y Julieta" es una obra de Shakespeare. Ficción. No estoy seguro, pero me parece a mí que Shakespeare nunca estuvo en Verona y que si eligió esta localización es porque al público de su teatro le parecería más exótica que Manchester o Liverpool. No en vano, "Trabajos de amor perdidos" está ambientada en la no menos bella Navarra. Así pues, nunca existieron ni un Romeo, ni una Julieta, ni unos Montescos y Capuletos, ni una "casa de Julieta".

Entonces, ¿por qué la gente paga seis euros para visitar esta casa? ¿Por qué los turistas hacen cola para hacerse fotos con la estatua de Julieta y para asomarse a su balcón? ¿Por qué la galería que lleva hasta el patio de la casa tiene las paredes cubiertas de mensajes de amor? Quizás hay lugares en el mundo donde uno tiene que dejar el cinismo de lado y dejarse llevar por la fantasía, creer que la ficción de un trágico amor adolescente y enloquecido es Historia. ¿Será que, en el fondo, todos buscamos un amor puro, romántico y sencillo?