YA NO QUEDAN DÍAS DE VERANO
El verano se va cuando apenas ha empezado. Todo el año esperando a que llegue el calor y, en cuanto uno se descuida, las piscinas ya están cerradas, tiene que volver a sacar jerseys y cazadoras del armario y octubre aparece en el horizonte con sus largas noches y sus cielos grises.
Mañana empieza el otoño. El verano de 2005 queda clausurado y dentro de nada será un recuerdo. Por suerte, este verano no se confundirá con otros: éste ha sido el verano del Interrail. Aunque he de reconocer que el verano del 2004 fue olímpico y arcangelical, el verano de 2003 fue el del retorno a NY, el verano de 2002 fue el verano juanito... ¿Y el verano de 2001? Hmmm, éste ya se me queda muy atrás.
Parece mentira que, hace apenas un mes, estuviera en el tren Roma-Bari. A esas alturas, el italiano ya se había convertido en un idioma familiar. Comenzaba a entender casi todo lo que decían por la tele. ¿Será verdad que aprender italiano es "facile e divertento"? También me había acostumbrado a estar solo. Una de las grandes ventajas de viajar solo es que aprendes a estar contigo mismo y a no aburrirte. Pensar se convierte en una distracción, dejas que la mente fluya y reflexione sobre el pasado, el presente y el futuro. Te das cuenta de qué cosas echas de menos y a quien extrañas. Desde lejos, hay cosas que se ven más claras: quizás se vean mejor las cosas esenciales porque en un viaje todo es provisional, temporal, no hay cosas definitivas ni preestablecidas. Todo es accesorio e improvisado: ¿A dónde iré hoy? ¿Dónde dormiré? ¿A quién conoceré?
Una de las mayores lecciones que aprendí este verano es que una de las mejores cosas de hacer un viaje es volver: qué bonito es tener un lugar al que regresar.
Y qué bonito es haber descubierto lugares para recordar con cariño, como el jardín de Villa Camerata, en Florencia.
Mañana empieza el otoño. El verano de 2005 queda clausurado y dentro de nada será un recuerdo. Por suerte, este verano no se confundirá con otros: éste ha sido el verano del Interrail. Aunque he de reconocer que el verano del 2004 fue olímpico y arcangelical, el verano de 2003 fue el del retorno a NY, el verano de 2002 fue el verano juanito... ¿Y el verano de 2001? Hmmm, éste ya se me queda muy atrás.
Parece mentira que, hace apenas un mes, estuviera en el tren Roma-Bari. A esas alturas, el italiano ya se había convertido en un idioma familiar. Comenzaba a entender casi todo lo que decían por la tele. ¿Será verdad que aprender italiano es "facile e divertento"? También me había acostumbrado a estar solo. Una de las grandes ventajas de viajar solo es que aprendes a estar contigo mismo y a no aburrirte. Pensar se convierte en una distracción, dejas que la mente fluya y reflexione sobre el pasado, el presente y el futuro. Te das cuenta de qué cosas echas de menos y a quien extrañas. Desde lejos, hay cosas que se ven más claras: quizás se vean mejor las cosas esenciales porque en un viaje todo es provisional, temporal, no hay cosas definitivas ni preestablecidas. Todo es accesorio e improvisado: ¿A dónde iré hoy? ¿Dónde dormiré? ¿A quién conoceré?
Una de las mayores lecciones que aprendí este verano es que una de las mejores cosas de hacer un viaje es volver: qué bonito es tener un lugar al que regresar.
Y qué bonito es haber descubierto lugares para recordar con cariño, como el jardín de Villa Camerata, en Florencia.
4 comentarios
Javi -
Se acabó el verano. Sí. Parece mentira que hace 7 días estuviera de compras por la calle Corrientes (no 348, que hay hasta 6500), viendo a Nacha Guevara en El Graduado, y viendo ballenas en Península Valdés... y para los malpensados..NO me refiero a Jose y a mi... jejejeje
Quiero irme de vacacioness ¡ ¡ ¡ Y todavía quedan 11 meses ¡¡¡
Lo importante no es donde se esta sino con quien se está: Con un amigo, con la familia o consigo mismo, o a veces con todos a la vez. Siempre se aprende algo nuevo.
Joserra -
ace76 -
Maggie Wang Kenobi -