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El blog de ace76

Cine

...ME GUSTAN LAS PELÍCULAS DE GARCI

...ME GUSTAN LAS PELÍCULAS DE GARCI Esta afirmación suele producir exageradas reacciones en contra. Hay una especie de sensación generalizada de que Jose Luis Garci es el Anticristo del cine español... No negaré que es anticuado, pedante y sensiblero, pero también es cierto que sus películas tienen un innegable sello personal. Garci pretende hacer películas que se parezcan, no a la realidad, sino a otras películas, y eso lo consigue perfectamente.

Todo esto me viene a la mente porque acabo de leer la crítica que hace El País de "Tiovivo c.1950". La crítica es bastante desfavorable, pero, claro, ¿se puede confiar en un crítico que afirma que la anterior película de Garci fue "You´re the one"? ¿Dónde quedó "Historia de un beso"?

Este tipo de errores en críticas de discos y películas son más frecuentes de lo que parecen, y nunca nadie pide disculpas por ellos... Una razón más para desconfiar de los críticos profesionales.

CINE, CINE, CINE...

CINE, CINE, CINE... ¿Cuántas películas se pueden ver al día? Yo afirmo que cinco es el límite...

Después de no poder ir el año pasado por motivos familiares, este fin de semana he vuelto al Festival de Cine de San Sebastián, una cita que ya se ha vuelto tradición ineludible. Del Kursaal al Astoria y del Astoria al Kursaal, habitualmente con lluvia, colas para entrar, colas para salir, películas buenas, películas aburridas... pero siempre películas interesantes.

Así, con la película danesa "Brodre", volví a pensar en como el invento del Dogma ha servido para que los cineastas de Dinamarca cuelen sus películas en los festivales a pesar de no tener demasiados méritos para ello. Por lo demás, lo de la cámara en mano, la iluminación borrosa, las actuaciones desgarradas y las emociones desbordadas no sirven de nada si la historia es tópica: dos hermanos, una malo y otro bueno. El bueno se va a la guerra y le dan por muerto. El hermano malo se hace cargo de la familia del hermano desaparecido y, claro, se vuelve bueno. Pero -oh, sorpresa- el hermano bueno vuelve de la guerra... pero -oh, sorpresa- las traumáticas experiencias vividas en su cautiverio le han vuelto malo... y -oh, sorpresa- se masca la tragedia. Creo que esta historia ya se ha contado en los tiempos del Imperio Romano...

La sección oficial está repleta de películas de directores que ya se han ganado el puesto por su (supuesto) prestigio. Aquí ya entran en juego las filias y fobias de cada uno. Así pues, no dudo en defender "Nine songs" de Winterbottom, aunque no me parezca más que un experimento fallido (contar una historia de amor a través del sexo, mostrado de una manera explícita... pero no tanto. Al final, lo más hermoso es la analogía entre la evolución de una relación amorosa y el proceso por el cual un iceberg se despega de la Antártida y se disuelve en el océano; y la secuencia más sexual y excitante, en mi opinión, es una en la que ella, tumbada en la cama con los ojos vendados, le cuenta sus fantasías eróticas mientras que él le practica una buena sesión de sexo oral. Por lo demás, el actor protagonista puede estar satisfecho de su tranca... vamos, que si yo tuviera eso entre las piernas también lo enseñaría al mundo, jejeje). Y no dudo en ensañarme con "Roma", de Adolfo Aristarain, dos horas y media de celuloide plúmbeo... vamos, que Aristarain se ha creido David Lean o Anthony Minghella y lo único que ha conseguido es una eficaz cura contra el insomnio. Lo peor de todo es que, con una buena poda y menos dispersión narrativa, le habría salido una película, si no brillante, sí por lo menos interesante.

También vi "Tarfaya", una sencilla película sobre una marroquí que quiere llegar a las Canarias en patera. Bueno, es una de estas películas con las que los Festivales disipan la mala conciencia de Occidente, pero en sí misma, la película no es gran cosa... aunque también es cierto que las pocas películas magrebíes que he visto siempre me han desconcertado, ya sea por su minimalismo o por su esquematismo, no sé como definirlo.

Al final, las mejores películas (o las que más me interesan) suelen estar en Zabaltegi y no en la sección oficial. Este año también ha sido así: "In my father´s den" (La guarida de mi padre) ha sido la película que más me ha gustado este año, un drama neozelandés muy bien escrito y muy bien dirigido sobre los secretos ocultos de una familia... un tema inagotable, siempre que se trate bien. Por desgracia, y a no ser que la peli se lleve algún premio, no creo que se estrene en España ni que se vuelva a hablar de ella...

Para terminar, vi una de las grandes obras de Woody Allen, a quien el Festival le dedica una completa retrospectiva: "Manhattan". En fin, lo que está claro es que las últimas películas de Woody Allen son una pálida sombra de sus grandes obras.

Una de las cosas que más me gusta de estos fines de semana festivaleros es que tienes tiempo, entre sesión y sesión, a pensar, reflexionar, pasear... Son un par de días de introspección que me suelen servir para pensar en mi presente y en mi futuro. De este fin de semana he sacado en claro que sí, que tarde o temprano haré realidad mis sueños de hacer un cortometraje, poner una productora con mis amigos, volver profesionalmente al mundo del audiovisual... Proyectos, proyectos, proyectos.

MAR ADENTRO... Y FRÍO

MAR ADENTRO... Y FRÍO El sábado vi "Mar adentro" en los cines Ideal. La taquillera no nos advirtió de que la entrada incluía una serie de performances a cargo de un espectador chalado que comentaba la película a voz en grito hasta que fue invitado a abandonar la sala por parte de un acomodador. Todo esto acompañado de los entrañables comentarios de las espectadores marujonas que pueblan los cines madrileños, a las que uno, a estas alturas, ya les tiene hasta cariño y todo. Sólo en una paleta ciudad de provincias como Pamplona se nos puede ocurrir que en el cine no se debe hablar, pero ya se sabe que los del norte somos muy reservados.

Sorpresa: "Mar adentro" me dejó frío, y en algunos momentos, incluso me aburrió. No negaré que los actores están muy bien, en especial los menos conocidos y Lola Dueñas (pero que Lola Dueñas haga un papelón no es novedad). Belén Rueda me pareció correcta, pero no creo que haga algo muy diferente a lo que ya le he visto hacer anteriormente (lo que pasa es que viste más actuar bien en una película de Amenábar que actuar bien en una serie de televisión... prejuicios, siempre prejuicios). Por supuesto, Javier Bardem está muy bien, pero la verdad, yo nunca creí ver a Ramón Sampedro, sino que en todo momento vi a Javier Bardem disfrazado de Sampedro... ¿Hubiera sido mejor que el protagonista fuera un actor menos conocido? ¿Hubiera sido mejor no hacer una recreación del caso de Ramón Sampedro sino inspirarse en él para hacer una historia completamente nueva? Porque, de todas formas, hay varios personajes y pasajes de la historia que no se corresponden con la realidad... aunque no sepamos exactamente cuales.

El guión también me sorprendió. Pensé que el tratamiento de la historia sea diferente, ya que el argumento empieza, por así decirlo, "de repente", sin un planteamiento previo, sin un prólogo. En este sentido, el guión me pareció, en algunos momentos, algo deslabazado y descentrado, con algunos meandros que ralentizaban el ritmo de la historia... Quizás habrían sido necesarias unas tijeras para limar algunas subtramas y aclarar algunas relaciones entre personajes. No voy a desvelar el argumento, así que me callaré algunas dudas que se me quedaron respecto a las motivaciones ocultas de los personajes, pero... ¿a quién quiere realmente Ramón y por qué?

Lo que sí demuestra "Mar adentro" es el talento para la dirección de Alejandro Amenábar. Cada plano, cada movimiento de cámara, está cargado de significado, una relación entre fondo y forma que no es muy habitual y que hace que, por lo menos, uno disfrute de la película como espectáculo estético. Sin embargo, eché de menos la sutileza de "Los otros", ya que "Mar adentro" tiene momentos que recurren a una simbología demasiado evidente y hasta facilona.

Uno se pregunta, en estos casos, por qué toda la crítica española se deshace en elogios ciegos hacia la que supone es la gran apuesta cinematográfica española del año, sin hacer lo que se debe hacer, una crítica razonada de una película que no es tan buena como nos hacen creer... ni tan mala como nos harán creer dentro de un par de años.

Un par de apuntes más:

-Estupefactos nos quedamos Pablo, Joserra y yo al ver recreado a un personaje real que nos pilla un poco de cerca: un sacerdote profesor en la Univesidad de Navarra, también tetrapléjico, que se convirtió en una suerte de antítesis de Sampedro. El tratamiento de este personaje me pareció superficial, aunque afortunadamente no cae en la caricatura fácil... La pregunta es: ¿habrá sabido este sacerdote que iba a formar parte del argumento de la película? ¿Deben pedirle autorización previa? Si la forma en la que su personaje ha sido tratado no le gusta, ¿puede demandar a la productora?

-Duda filosófica (a ver si Spinoza me la resuelve). El abogado de Sampedro hace una argumentación por la cual se deduce que la eutanasia es delictiva en España (un Estado laico) en función de unos criterios metafísicos, es decir, religiosos... Mi pregunta es: ¿La Metafísica se basa necesariamente en argumentos religiosos? ¿Hay metafísica para ateos?

Por último, queda claro que Ramón Sampedro tenía un único objetivo en la vida: Morir. Sin embargo, no se profundiza mucho en este hecho. Se da por supuesto que quería morir porque su vida, en esas situación, no era digna. Hubiera agradecido que el personaje no fuera tan petreo en este aspecto... ¿nunca dudó Sampedro respecto a su deseo de morir? La verdad es que, independientemente de la cuestión de la eutanasia, el personaje, el real y el cinematográfico, nunca me resultó simpático. Y me quedo con la duda de si su accidente no fue realmente un intento de suicidio, como comentó Joserra que le había comentado un compañero de trabajo... Habrá que investigar, porque la película, ciertamente, resulta un tanto ambigua al respecto.

ABRE LOS OJOS

ABRE LOS OJOS Recuerdo el verano de 1996 como uno de los mejores de mi vida. Aquellos tres meses lo pasé en Bilbao, viviendo en un solitario Colegio Mayor, trabajando por las mañanas en Radio Euskadi (mi primer trabajo como periodista, y en una empresa importante... la más importante en la que he estado hasta ahora), pasando las tardes con todos los amigos que tenía en esa ciudad (los sigo teniendo, pero la verdad es que los lazos se han ido debilitando con el tiempo)... Algunos fines de semana me iba a Pamplona, y me iba al cine los viernes con mi hermano. La ventaja de ir al cine en verano es que siempre hay entradas para cualquier película. Una noche fuimos a ver "Tesis", una pequeña película española que se había estrenado a principios de año en Madrid y de la que toda prensa había hablado maravillas. Desde el comienzo, me di cuenta de que no era la típica película española, sino un "thriller" con todas las letras. Pocas veces he sentido tanta tensión en la butaca de un cine... Y encima la película había sido escrita y dirigida por un tal Alejandro Amenábar, de 23 años. En seguida recomendé la peli a todos mis amigos, y adopté a Alejandro como unos de mis "patrones protectores", junto a Julio Médem, Hal Hartley, Roland Emerich y la Nouvelle Vague. "Tesis" arrasó en los Goya, la película fue un éxito de taquilla y tengo la impresión de que Amenábar se convirtió en el modelo a seguir para muchos de mis compañeros de carrera (también queríamos ser Fresnadillo, rodar un corto y acabar nominados a los Oscar). Se podía hacer cine de género en España, se podía triunfar con 23 años... Visto con la perspectiva que da el tiempo, los cortometrajes "amateur" que hicimos en cuarto de carrera tenían un toque claramente amenabariano.

Miguel y yo fuimos a ver "Abre los ojos" a uno de los pocos preestrenos que ha organizado Canal Plus en Pamplona. La película comenzaba, precisamente, como mi corto: con un mundo vacío. "Abre los ojos" me dejó desconcertado en su primera visión, es una película que te atrapa y te lleva de sorpresa en sorpresa, con continuos giros en la trama. Sin embargo, vista varias veces, uno se da cuenta de que todo es mucho más sencillo de lo que parece. Y aunque en su momento pensé que Amenábar se había pasado de ambicioso, con el tiempo se ha convertido en mi película favorita del director. La pregunta es... ¿cómo es posible que "Vanilla Sky", que cuenta exactamente lo mismo y casi con los mismos planos, sea tan mala?

Al llegar a la ECAM descubrí que muchos de mis compañeros, en vez de ser como Amenábar, querían ser como Alex de la Iglesia... ¡Horror, miedo y asco en la Ciudad de la Imagen! Mi némesis, que años después terminaría ocupando la plaza que dejé libre en Transvision (el mundo es un pañuelo lleno de mocos), en una de nuestras primeras conversaciones, lo pintó de mediocre para abajo, ante mi estupefacción. En fin, no sé que cara se le pondría al chico cuando vio "Los Otros". Una prodigiosa Nicole Kidman, una estupenda Fionulla Flanagan, una historia de fantasmas con un sabor clásico, una dirección elegante y sutil, una fotografía magistral... casi cien millones de dolares en la taquilla americana.

Ahora tengo 27 años y ya sé que Amenábar sólo hay uno (me consuelo pensando que Medem estudió medicina e hizo su primera película cuando ya estaba en la treintena, jejeje... Soy un iluso). Este fin de semana espero ir a ver "Mar Adentro" y supongo que saldré del cine boquiabierto, una vez más. Aunque espero que vuelva a hacer películas de suspense...

Y sí, ya me he enterado de que ha salido del armario... Está bien que personalidades como él, admiradas por todo tipo de personas (jóvenes, mayores, cultos, cazurros, del norte, del sur, tolerantes, homófobos...)por una serie de méritos incuestionables, den ese paso. Si no, parece que todos los gays de este país son como Boris Izaguirre o Jesús Vázquez... (ahora me tacharán de homófobo, fijo)

PASA MIEDO Y SÉ FELIZ

PASA MIEDO Y SÉ FELIZ Uno de mis géneros cinematográficos favoritos es el de terror. También siento debilidad por el cine fantástico y el de ciencia-ficción. Me sorprende el poder de sugerencia de las imágenes, capaces de ponerte los nervios de punta y hacerte sentir auténtico miedo, introduciéndose en los recovecos de la mente humana con algo que es pura ficción. Los psicólogos hablarán de los temores atávicos del ser humano... el caso es que a mí me encanta pasar miedo en una sala de cine.

De niño, recuerdo haber visto películas que me aterrorizaron. “Los pájaros” fue la primera película de Alfred Hitchcock que vi, y me puso el corazón a mil por hora. También me impresionó mucho “Tiburón”, de Steven Spielberg... esa pierna cercenada que cae al fondo del mar, ese niño devorado en su colchoneta. Mira que no habré jugado yo veces a “Tiburón” cuando me bañaba. De hecho, creo que cuando se es joven, tierno e ingenuo es cuando más se disfruta del cine de terror. Recuerdo que, en los tiempos de “Primera Sesión” (la película del sábado por la tarde, después de los dibujos animados de turno... Creo que este programa fue para mi generación el cine de barrio de nuestros padres o abuelos), tuve que dejar de ver una vieja película de Serie B, “El enigma de otro mundo”, de Christian Nyby (aunque los estudiosos del cine dicen que, en realidad, es de Howard Hawks). Años después, en mis tiempos universitarios, la volví a ver y me sorprendió comprobar como los viejos trucos del cine de los cincuenta habían funcionado con mi mente infantil. Es un hecho que, con el paso del tiempo, los espectadores se han hecho cada vez menos ingenuos, y las convenciones cinematográficas que funcionaban en décadas anteriores, ahora mismo se han quedado obsoletas.

Otra de las grandes películas de miedo que recuerdo haber visto es “Al final de la escalera”, de Peter Medak. Para mí, es la quintaesencia de las películas de casas encantadas... Cómo la presencia se va revelando poco a poco hasta la revelación final, esa escalofriante secuencia de la sesión de espiritismo... Hace un año me la compré en DVD. Recordaba casi todos los momentos de terror... menos una secuencia, casi al final de la película, que me volvió a poner los pelos de punta. Evidentemente, para el espectador que no quiera pasar miedo, la película puede parecerle una sucesión de tópicos... Pero el que sepa como ver una historia de fantasmas, disfrutará.

Desde entonces, pocas películas me han dado auténtico miedo. “Seven”, de David Fincher, me hizo sentir muy incómodo en mi butaca, especialmente con secuencias como la “resurrección” de la víctima correspondiente al pecado de la pereza. También estuve a punto de salirme del cine cuando vi “Cube”, de Vicenzo Natali. Hay una escena en la que tienen que atravesar un cubo cuya trampa salta con cualquier sonido que me puso al borde del ataque de nervios. “El proyecto de la Bruja de Blair” me quitó el sueño un par de noches, me parece una película estupenda, digan lo que digan. Y con “The Ring”, de Gore Verbinski, también pasé miedo, aunque la versión japonesa me pareció muy floja.

Hay películas del género que no me asustan pero que me gustan mucho por su estética. Me sucede con las viejas películas de terror en blanco y negro, como “Nosferatu”, de F.W. Murnau; “Yo anduve con un Zombie” y “La mujer pantera”, de Jacques Tourneur; cintas de serie B como “La invasión de los ultracuerpos” y otros títulos similares; o “The haunting”, de Robert Wise, que es, sin duda, una de mis películas preferidas de casa gótica y maldita. También me gustan las películas en color de Roger Corman, especialmente si son adaptaciones de Edgar Allan Poe y están protagonizadas por Vincent Price: “La tumba de Ligeia”, “La caida de la casa Usher”, “La máscara de la muerte roja”... Estéticamente, me gustan mucho también “Entrevista con el vampiro” y “En compañía de lobos”, ambas de Neil Jordan. De los monstruos clásicos, mi favorito es el hombre-lobo, aunque creo que todavía no se ha hecho una gran película sobre él (y encima, a su costa se han hecho cosas como "Teen Wolf", "Un hombre lobo americano en París" o ese "Lobo" protagonizado por Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer) Otro título reciente que me gustó es “28 días después”, de Danny Boyle, especialmente su primera parte, ya que después se desinfla peligrosamente. Por supuesto, he disfrutado con las películas de Amenábar y su cortometraje, “Himenóptero”. Y no me olvido de mi debilidad por el cine de terror de adolescentes: “Sé lo que hicisteis el último verano”, la trilogía de “Scream”, “Destino final”...

Sin embargo, a veces voy a contracorriente de las opiniones mayoritarias. “El sexto sentido” me decepcionó mucho (sin embargo, “Señales” me gustó mucho más). Vi “Alien” por primera vez cuando la reestrenaron el año pasado y, aunque me pareció una buena película, creo que no ha envejecido bien (en varias ocasiones saltaba a la vista que el alienígena era un hombre disfrazado). Tampoco vi “El exorcista” hasta su reestreno, y tampoco me pareció para tanto... aunque creo que es una película que no da miedo cuando la estás viendo, sino después, cuando piensas sobre ella... Es que el hecho de que el diablo te posea da un poco de miedo, qué cosas. De todas formas, prefiero “La profecía” y sus secuelas, con esas enrevesadas muertes. Y “El resplandor” me parece una película muy bien hecha, con momentos memorables, pero con un guión que hace aguas por todas partes...

SÉ INTELIGENTE, SÉ FELIZ

SÉ INTELIGENTE, SÉ FELIZ Desde que empecé el blog no he hecho más que cantar las excelencias del cine estúpido. Pero hoy tengo el día intelectualoide y pedante, así que he decidido hacer un top de películas de filmoteca, del programa de Garci y cines de versión original. A veces, hay que alimentar un poco el espíritu.

El orden de las películas es aleatorio, ni ascendente ni descendente.

Porque yo lo valgo, comienzo con una película muda: “Amanecer” (1927), de F.W. Murnau. El cine mudo es una de mis debilidades (“Intolerancia”, “Nosferatu”, “La quimera del oro”, “Un perro andaluz”, “La sangre de un poeta”...), y en mi opinión, “Amanecer” es una de sus mayores joyas, una historia de amor de una ingenuidad que enamora y que sorprende por la naturalidad con la que está contada. Tiene planos realmente hermosos como una sobreimpresión en la que la pareja de enamorados, ajenos a todo lo que no sea su amor, atraviesa una calle llena de coches sin que estos les atropellen... y mágicamente, la calle se transforma en un bello bosque. El cine mudo era así, ingenuo y primitivo.

En cambio, “Pi” (1998), de Darren Aronofsky, no tiene nada de primitiva ni de ingenua. La fotografía en blanco y negro, muy contrastada; el montaje acelerado; la brillante banda sonora de música electrónica... sumergen al espectador en una pesadilla de imágenes y sonidos que es la que vive su protagonista. ¿Quién iba a pensar que se puede llegar a Dios a través de las matemáticas? Igualmente desasosegante es la siguiente película de Aronofsky, “Requiem por un sueño”, la brutal historia de una serie de personajes que se pierden en los laberintos de sus adicciones.

La Nouvelle Vague es otra de mis debilidades. Cuando estudiaba en la ECAM, la Filmoteca dedicó un ciclo a Godard y me tragué muchas de sus películas: “Al final de la escapada”, “Pierrot, el loco”, “Lemmy contra Alphaville”, “Made in USA”, “La gaya ciencia”... Pero mi favorita, sin duda, es “Vivir su vida” (1962), con una fantástica Anna Karina, que es algo así como la quintaesencia de la chica francesa de los sesenta. La película comienza con una pareja que rompe en un bar, de espaldas a la cámara... qué curioso, mi guión “Naïf” empieza de la misma manera, jejeje.

Des couloirs, des toits, des rideaux... « El año pasado en Marienbad » (1961), de Alain Resnais, es otra de mis películas favoritas de la Nouvelle Vague. Creo que la historia no tiene mucho sentido, sólo es un juego caprichoso de imágenes y segmentos temporales que se mezclan... ¿estamos en el presente, en el pasado o en ambos a la vez?

Evidentemente, “El año pasado en Mareinbad” es todo un desafío al sueño. También lo es “Solaris” (1972), de Andrei Tarkovsky. Sin embargo, si entras en la película, las tres horas pasan volando. “Solaris” parece una historia de ciencia-ficción, pero es, en realidad, una historia de amor y de fantasmas, entre un cosmonauta y un ser que parece su mujer muerta pero que no lo es, ¿o si lo es? Las fantasías se hacen realidad en Solaris, pero las consecuencias pueden ser terroríficas. De hecho, el “Solaris” de Tarkovsky tiene momentos de bastante suspense, como la llegada del astronauta a la misteriosamente desierta estación espacial... La novela de Stanislav Lem es más accesible que la película, pero no os confiéis: el final tampoco se entiende, jejeje... (pasa lo mismo con la novela de Arthur C. Clarke respecto a “2001, una odisea en el espacio”).

Otro buen remedio para combatir el insomnio es “Tren de sombras” (1997), de Jose Luis Guerín. Está dividida en tres segmentos: una serie de viejas películas familiares rodadas a principios del siglo XX; imágenes de los escenarios donde se rodaron esas películas tal y como están en la actualidad; y una repetición de las películas familiares destacando los detalles que desvelan la historia oculta tras esas imágenes aparentemente triviales e inconexas. Y todo esto sin decir una sola palabras en toda la película, una excelente demostración del poder de las imágenes, del cine en su forma más pura. Apasionante (nunca he visto tanta gente dormida en una sala de cine).

Otro de los incomprendidos del cine español es Marc Rechà. “El árbol de las cerezas” (1998) es su mejor película, un ejemplo de cine minimalista en el que, aparentemente, no se cuenta nada pero, en realidad, se están contando muchas cosas. Rechà rueda la vida tal y como es, con sus pausas, sus vacíos sin sentido, su ritmo lento y aburrido... y curiosamente, ese hiperrealismo provoca una sensación de extrañeza y misterio. Viendo películas así, uno se da cuenta de que el cine convencional no tiene nada que ver con la realidad, sino que es más bien un simulacro de realidad. Otras películas extremadamente realistas son las de los hermanos Dardenne: “Rosetta” (1999) y “El hijo” (2002), muy recomendables ambas.

En comparación con todo esto, “El ángel exterminador” (1962), de Luis Buñuel, es cine comercial. Mis películas favoritas de Buñuel son las que rodó en Méjico (“Los olvidados”, “Él”, “Ensayo de un crimen”, “Abismos de pasión”, “Simón del desierto”). “El ángel exterminador” trata de unos ricos burgueses que, después de una cena, se quedan atrapados en el salón donde se celebra. Las puertas están abiertas, pero ellos son incapaces de salir. Lo que más me gusta de esta película (y de otras como “Los pájaros” (1963), de Hitchcok) es que la base argumental de la película es un absurdo que nadie se preocupa en explicar y, sin embargo, a nadie le importa que quede inexplicado.

También me sorprenden las películas en las que los protagonistas mantienen largas y extrañas conversaciones sobre sí mismos y sus sentimientos sin caer en la pedantería. “Amateur” (1995), de Hal Hartley, es una de estas películas, un título que descubrí en un seminario de la Universidad de Navarra y que es, desde entonces, una de mis películas favoritas. Un mafioso amnésico, una exmonja ninfómana y virgen, una actriz porno fugitiva, un peculiar sentido del humor y un extraño aire de espiritualidad hacen de “Amateur” uno de los títulos imprescindibles del cine independiente americano de los noventa.

Y voy a terminar esta serie de recomendaciones con una película iraní: “Gabbeh” (1996), de Mohsen Makhmalbaf. No soy especialmente aficionado a las películas iraníes (son un poco aburridas, ¿no? Aunque me gusta mucho “El sabor de las cerezas” (1997), de Abbas Kiarostami), pero “Gabbeh” es una película corta y llena de color, con historias pasadas y presentes que se entrelazan como los hilos que componen una alfombra.

IF YOU COULD READ MY MIND: ¡Viva el cine basura!

IF YOU COULD READ MY MIND: ¡Viva el cine basura! Este ultimo fin de semana, el primero del verano, ha tenido la virtud de ser plácido, tranquilo y agradable. Al final, uno descubre que lo mejor de la vida está en su cotidianeidad, en el “no hacer nada especial ni planes superguays” sino en que todo siga su curso habitual. Es decir, este fin de semana he ido a la piscina, vi el partido de fútbol Suecia-Holanda (yo quería que ganara Suecia, me parece que jugaron mejor que los holandeses... lo que no entiendo es por qué los locutores querían que ganara Holanda, cosa que no se molestaron en disimular en ningún momento. Al final, todo terminó con lanzamientos del penalties, que, en mi opinión, es la muerte del fútbol: yo les tendría jugando prórrogas hasta que alguno metiese un gol...), curioseé las tiendas de ropa más estandarizadas y no encontré nada que me gustara (Zara, H&M, C&A... ¿Me estaré haciendo mayor? ¿Tendré que pasarme a Cortefiel? ¿Diseñarme mis propias camisetas?), saqueé la FNAC a pesar de estar a fines de mes, cené en el VIPS (un fin de semana sin pasar por el VIPS no es fin de semana... por favor, que alguien me recomiende otro sitio)... También vi pasar la Antorcha Olímpica por delante de mi casa (es lo que tiene vivir en el centro de Madrid: la actualidad viene a ti...), un momento fugaz y, desde luego, no tan emocionante como cuando la Antorcha de las Olimpiadas de Barcelona pasó por Pamplona.

Y como no, vi películas... El viernes, noche de DVD en casa, solo, de relax: “54”. El sábado, con los amigos, después del fútbol: “Scream”. Y el domingo, por la tarde, en los cines Ideal: “Wilbur se quiere suicidar”. ¿Y cuál es la que no me gustó? Pues la última... Me pareció una película casi catequética, de ésas que recomendarían mis profesores de la Universidad de Navarra para hacerse los cinéfilos. Me pareció una historia simple y previsible, con unos personajes muy planos: el cínico que se quiere suicidar por un tonto trauma infantil hasta que descubre la belleza de la vida, el hermano mayor de sonrisa beatífica que todo lo aguanta por el bien de los demás, la enfermera indiscreta que siempre mete la pata... Pero claro, como es una película europea, ambientada en un entorno sucio y pobre (supuestamente costumbrista: bueno, si el costumbrismo es vivir en casas donde no se ha pasado una fregona desde 1967, pues vale...), ya sólo por eso es “diferente” y digna de aplauso, aunque el guión sea un puro melodrama, aunque la banda sonora sea digna de una película española de los setenta, aunque los supuestos momentos de humor negro sean tan poco ingeniosos (oh, el hermano mayor se emborracha en la fiesta de cumpleaños y vomita sobre el vestido de la niña más repipi... ¿Influencia de los Farrelly en el cine Dogma?)... No sé, a veces no puedo con este snobismo del cine independiente...

Claro, que no es que “54” y “Scream” sean grandes obras de arte, pero al menos, no engañan a nadie. “54” es una película sin argumento, pero la música y esa estética tan setentera consiguen engancharme: uno termina la película con sensación de buen rollito y lo que quiere es irse a bailar a una discoteca con luces de neón, máquina de humo, bolas de espejos y mucha purpurina. Y de eso se trataba, creo yo, de mostrar que las pistas de baile son universos autónomos, lugares de ensueño que no tienen nada que ver con la realidad chabacana, paraísos artificiales que se desintegran cuando sus habitantes son devorados por la fiesta y se vuelven a encender las luces... Por lo demás, “54” es una de las pruebas más evidentes de que, para trabajar en el cine, cuenta más el físico que el talento. Ryan Philippe (que parece salido de una fotografía de Pierre & Gilles), Salma Hayek y Neve Campbell son intérpretes muy flojos, pero, en realidad, perfectos para sus papeles...

“Scream” es una de las películas clave de los noventa, ya que consiguió volver a poner de moda el cine de terror adolescente (“Sé lo que hicisteis el último verano”, “Leyenda Urbana”, “Destino Final”, “The Faculty”... si hasta Jaime Lee Curtis hizo una nueva secuela de “La noche de Halloween”). Y lo consiguió, creo yo, por sus dosis de ironía metacinematográfica (esos chistes a costa de Tori Spelling, la aparición del director Wes Craven con el jersey a rayas de Freddie Kruger, y sobre todo, las normas para sobrevivir en una película de terror: “Nunca digas: vuelvo enseguida”), además de por su brillante inicio, diez minutos de suspense protagonizados por Drew Barrymore, un teléfono insistente y uno de los asesinos en serie más torpes y menos eficaces de la historia del cine... por no hablar de su disfraz. ¿Y qué decir de frases tan brillantes como “La analogía no es correcta”, dicha así, sin estallar en carcajadas? ¿Y de las dementes interpretaciones de David Arquette y Skeet Ulrich, imitador de tercera categoría de Johnny Depp? ¿Y esa banda sonora, de estilo claramente noventero?

¡Larga vida al cine de/con/para adolescentes (especialmente si, cuando viste esas películas, tú eras un adolescente)!