UNA ERUPCIÓN VOLCÁNICA EN EL MAR DE LA SONDA, UN JOVEN ARTISTA EN NORUEGA, TEMOR EN NUEVA YORK
Munch tenía unos veinte años cuando un atardecer de 1883, según contó en su diario, «estaba caminando con dos amigos. Entonces se puso el sol. De momento todo el cielo era rojo sangre, y me sobrecogió una gran melancolía. Me quedé quieto y me recosté al borde del camino, me sentía muy cansado, nubes como sangre y lenguas de fuego caían sobre la ciudad y sobre los fiordos azules y negros. Mis amigos continuaron caminando y yo me quedé solo, temblando de ansiedad. Sentí como si un gran grito interminable atravesara la naturaleza».
Munch no fue el único que vio aquel cielo. El New York Times del 28 de noviembre de 1883 informó: «Poco después de las cinco de la tarde hacia el oeste, el horizonte se cubrió de un rojo escarlata brillante y hasta las nubes se tiñeron de rojo. Las personas en la calle estaban asombradas y se reunían en grupos en todas las esquinas de la ciudad mirando hacia el oeste. Muchos creyeron que había un gran fuego».
Munch representa lo que millones de personas pudieron ver a través de todo el norte del planeta a causa de la erupción del volcán Krakatoa, el 27 de agosto de 1883. La explosión, el grito de la tierra, se oyó a 4.500 kilómetros, la mayor distancia recorrida por un sonido transportado por el aire en toda la historia. Arrojó tal cantidad de ceniza al espacio que rebosó hasta una altura de 50 kilómetros y se difundió alrededor de la Tierra. La ceniza quedó suspendida y girando en el aire. Durante años estuvo produciendo apocalípticos ocasos de color rojo. En sitios tan distantes como Bogotá o París había tal cantidad de materia en la atmósfera que tamizaba la luz solar y hacía temer el fin del mundo.
Munch no fue el único que vio aquel cielo. El New York Times del 28 de noviembre de 1883 informó: «Poco después de las cinco de la tarde hacia el oeste, el horizonte se cubrió de un rojo escarlata brillante y hasta las nubes se tiñeron de rojo. Las personas en la calle estaban asombradas y se reunían en grupos en todas las esquinas de la ciudad mirando hacia el oeste. Muchos creyeron que había un gran fuego».
Munch representa lo que millones de personas pudieron ver a través de todo el norte del planeta a causa de la erupción del volcán Krakatoa, el 27 de agosto de 1883. La explosión, el grito de la tierra, se oyó a 4.500 kilómetros, la mayor distancia recorrida por un sonido transportado por el aire en toda la historia. Arrojó tal cantidad de ceniza al espacio que rebosó hasta una altura de 50 kilómetros y se difundió alrededor de la Tierra. La ceniza quedó suspendida y girando en el aire. Durante años estuvo produciendo apocalípticos ocasos de color rojo. En sitios tan distantes como Bogotá o París había tal cantidad de materia en la atmósfera que tamizaba la luz solar y hacía temer el fin del mundo.
4 comentarios
ace76 -
El final del siglo XIX es uno de mis periodos históricos favoritos, una época de grandes cambios e ideales que explica muy bien por qué el siglo XX fue lo que fue...
Miguel -
Joserra -
Miguel -
No sabia que Munch se hubiera inspirado en la erupcion del Krakatoa, que interesante. Debió ser algo espectacular aquello. Sin duda, otra de mis paradas cuando pueda viajar en el tiempo (junto con Woodstock, la pasion de cristo y la extincion de los dinosaurios)