EL ROCK NO MORIRÁ
Uno, dos, probando, probando, ¿se me escucha bien en el fondo? ¿Blogia nos deja comunicarnos? All right, everybody com´on! Reeeeach it!
Bien, parece que Blogia vuelve a funcionar.
Este fin de semana apenas he parado en casa, pero no os aburriré con los detalles y me centraré en el punto culminante del fin de semana: sábado 19.45, ace y mce llegan a La Riviera, ese antro no preparado para este tipo de eventos. Mce no lo pisaba desde que a principios de 1999 The Cramberries dieron uno de los peores conciertos de los que conservo recuerdo. Su primer comentario fue: "¿Siempre ha habido palmeras aquí dentro?". Yo le contesto que sí, al menos hasta donde alcanza mi memoria.
Aun no había mucha gente y nos pudimos colocar en nuestra posición habitual: segunda o tercera fila, a la izquierda del escenario. Si no veo un concierto en las primeras filas, donde la gente bota y se choca, no lo disfruto.
Cuando llegamos, unos veinteañeros estaban dando guitarrazos. Debían de ser The Zodiacs y estaban terminando su actuación. A los pocos minutos, salieron unos personajes que parecían salidos de la figuración de "Casi Famosos" a colocar micros, afinar guitarras y sacar al escenario un viejo teclado (¿un hammond? ¿se llama así?) , que parecía, más o menos, en el que los Animals tocaron por primera vez "House of the rising sun". Después se apagaron las luces y salieron al escenario los que habíamos tomados por "roadies": eran The Blue Van, un grupo danés del que nunca habíamos oido hablar pero que pondría entre los mejores teloneros que he visto nunca (A Ocean Color Scene es muy difícil quitarle el primer puesto, The Bravery estaría en el segundo). Parecía que hubieran llegado directamente de los sesenta, justo antes de que se inventara el rock progresivo y la psicodelia, con un toque de blues y de rock americano. Además, sus componentes son el arquetipo del grupo de rock: el cantante y guitarrista carismático (que, mientras sus compañeros arrastran el piano, se encarga de llevar los botellines de agua); el teclista místico (que llevaba un gran colgante en forma de hoja... ¿de marihuana? No, era como los colgantes élficos de El Señor de los Anillos); el bajista loco (encargado de jalear al público) y el batería invisible (que es el que más escribe en el blog de su página web). Sólo faltaba la chica rubia con pañuelo y pandereta que hace los coros (y que se acuesta unas noches con el cantante y otras con el teclista) para completar el cuadro.
Yo le comenté a Miguel:
-Los grupos importantes deberían asegurarse de que los teloneros no sean nunca mejores que ellos.
Pero, en cuanto Jet salió al escenario, comprobé que mi comentario no se ajustaba a la realidad. En la primera canción, el descamisado batera-cantante, melenas al aire, destrozó una baqueta en un alarde de energía rockera. El fragmento de madera salió volando por los aires. Esa fue la tónica del concierto: rock clásico, al más puro estilo Rolling Stone (aunque, a veces, como en "Shine on", recuerdan a Oasis). Guitarrazos y batería, con muy poco añadidos más. Más de hora y media de descarga adrenalítica, con un intermedio para las baladas acústicas del repertorio. Público entregado y conexión total entre grupo y audencia. Seguramente ha sido el concierto más puramente rockero al que he ido nunca. Me lo pasé genial dando botes, sacudiendo la cabeza y tocando la guitarra de aire. Me imagino que mi hermano os dará muchos más datos en su blog.
A estas alturas os preguntaréis, ¿quiénes son estos Jet? Pues son un cuarteto australiano que saltó a la fama con su primer disco gracias a que Vodafone escogió "Are you gonna be my girl?" como sintonía publicitaria. Éste es el vídeoclip.
A la salida del concierto, junto al tenderete de horribles camisetas oficiales, los chicos de The Blue Van estaban firmando copias de su disco y charlando con la gente. Que majos.
1 comentario
mce79 -