GAUDI, BOCATAS, AMPARO, TOMATE Y HASTA LUEGO
El resplandor de un rayo y el sonido del trueno me despertaron de madrugada. Al rato volví a dormirme y, cuando abrí los ojos otra vez, pude ver, por primera ver en dos días, algo de cielo azul.
Para seguir con la rutina de fin de semana de engorde, desayunamos los bombones que habían sobrado de la tarde anterior. Mamá llegó hacia las once. Yo propuse ir a La Pedrera, un edificio que siempre me ha llamado la atención y que nunca había visitado por dentro. "Yo invito", dije para vencer posibles reticencias.
La Pedrera es un edificio fabuloso, su fachada sinuosa parece que estuviera en continua transformación, como si las ventanas y los balcones fueran a menguar, crecer, aparecer, desaparecer en el momento más inesperado. Junto con el Parque Güell, hace pensar en el escenario de un cuento, un desafío a la lógica, un pedazo de magia en medio de la ciudad. En la azotea, las chimeneas se convierten en gigantes mitológicos, rostros extraños que contemplan la silueta de una ciudad donde, increíblemente, pueden compartir espacio la Sagrada Familia, los rascacielos del puerto y la torre Agbar sin que el resultado sea grotesco. Barcelona tiene algo especial que hace que la unión de sus elementos resulte equilibrado. ¿Será cosa de la luz del Mediterráneo?
Dan ganas de viajar en el tiempo y ver cómo sería la vida cotidiana en La Pedrera hace décadas. ¿Qué se sentirá al dormir dentro de una obra de arte?
Y aunque no lo parezca, el diseño de La Pedrera responde a criterios prácticos y lógicos: que haya luz en todas las habitaciones, que los patios interiores no sean ratoneras oscuras, que los espacios sean diáfanos para facilitar el movimiento de personas y objetos... Resultaba irónico ver una comparación entre el garaje diseñado por Gaudi para la Finca Güell, con gruesas columnas y pensado para coches de caballos, y el que diseñó para La Pedrera, sin ninguna columna y un espacio amplio para que los autromóviles pudieran maniobrar a sus anchas. Entonces, ¿por qué los garajes de hoy en día se parecen más a los antiguos? Si Gaudi pudo hacer garajes sin columnas, ¿por qué los que se construyen actualmente son laberintos de obstáculos?
Una vez más hay que reconocer lo modernos que eran los antiguos.
La hora de salida del avión se nos echaba encima. Comimos unos bocatas en un Pan´s que nos salió al paso y cogimos a Chopin para que nos acompañara al aeropuerto. Un café en la terminal C para despedir a mi madre. Justo cuando ella embarcaba, aterrizaba otro avión. En la salida, un par de reporteras con sus respectivos cámaras esperaban con bastante desgana. ¿A quién? Un hombre con un letrero en el que ponía "Amparo Larrañaga" nos sacó de dudas. Nos quedamos a cotillear. Llegó Amparo Larrañaga acompañada por Juanjo Artero (JavieldeVeranoAzul para los amigos). Las cámaras no se pusieron a grabar hasta que no salieron a la calle y caminaban hacia el coche. ¿La ley no permite grabar en los aeropuertos? ¿O será que da más sensación de exclusiva perseguir a un famoso por la calle? ¿Le preguntarían por el "éxito" de su horrorosa serie "Fuera de Control" (qué mala es)? ¿O por los romances de su padre? Se admiten apuestas.
Mi avión salía de la Terminal B. Un abrazo a mi hermano, un beso a mi cuñada, una patadita a Chopin y a ver tiendas... que en el aeropuerto de Barcelona hay muchas. Viaje fugaz en el avión y a casa, a cenar con los amigos y ver los soporíferos premios Goya. No hay nada como el hogar.
8 comentarios
mce79 -
¿Tu has probado la escudella o la escalibada? ¿Tu ves normal que le pongan tomate a todos los bocatas?
dee -
ace76 -
Me ha extrañado lo de la "comida del norte", ni que la comida catalana fuera muy peculiar.
dee -
dee -
ace76 -
Aunque, claro, como en Pamplona no se vive en ningún sitio...
dee -
esti -