DAYDREAM BELIEVER
Hoy, por fin, he recuperado las horas de sueño perdidas en los últimos días. Aunque, si he de confesarlo, me habría quedado más tiempo durmiendo en mi cama. Tengo el día completamente veraniego. Espero que la mañana siga la tónica del mes de julio: inactividad laboral casi total. Me he traido "Ola Kala", el otro disco de Sakis Rouvas que me he comprado en la red: éste suena a chiringuito griego en la isla de Corfú o en Mikonos. El verano que viene, en el que, por fin, me iré de Interrail, pasaré por ahí y ya os contaré qué tal. Por lo pronto, me he puesto mi camiseta de la selección griega de fútbol. Hoy tengo uno de esos días en que me he visto guapo en el espejo... ¿Será porque se acercan las vacaciones? ¿Será porque esta tarde me voy a la piscina? ¿Será...? En fin, que es una lástima que no podáis verme, jejeje... contentaros con Sakis.
El jueves pasado tuve fiesta de trabajo. Fue en una cantina mejicana: yo pensé que lo prioritario sería la cena, pero me equivoqué. Lo prioritario fueron las Coronitas y los mojitos. Y menos mal que no pasé a las margaritas, que si no... El caso es que algunas de las mayores juergas de mi vida han comenzado en un mejicano y esta vez no fue diferente. Yo había pensado en volver pronto a casa y terminé acostándome a las cinco y media de la mañana. Fue una noche un tanto peculiar, de éstas en las que uno se pregunta si habrá habido una alineación extraña de planetas. Pero no, cuando llegué a mi casa, encendí el teletexto... y no, no me había tocado la primitiva. Ni siquiera había acertado el complementario.
Pensé que el viernes por la mañana podría dormir, pero no... Una mañana de viernes no es una mañana de domingo, y los obreros que arreglan el tejado de la casa vecina y los obreros que están reformando el apartamento de al lado se aliaron entre sí para no dejarme dormir. Así que terminé levantándome, sin ganas de nada, a las doce y media. Desayuné un gran vaso de leche con galletas Chips Ahoy... muy nutritivo, pero es que mi estómago no aguantaba nada más. Mis resacas son básicamente estomacales: se me quita el hambre. Así que para comer, solo tomé un yogur. Griego y azucarado, claro que sí. Por supuesto, a las siete de la tarde desfallecía en mi puesto de trabajo. Me gusta trabajar en el turno de tarde... porque se hace de todo menos trabajar y estás completamente solo. Internet, el congreso y tú. Si no fuera porque el teléfono suena de vez en cuando...
Esa noche tuve cena de "restos de la vida juanita". La pitufa mala de mejor corazón de Zaragoza vino a pasar el fin de semana a Madrid y quedamos un grupo majo de personas a cenar. Fuimos a un italiano de raciones generosas, así que pude saciar mi apetito, aparte de pasarnos toda la noche carcajeándonos en nuestra esquina de la mesa Susana, Joserra, la otra Belen y yo a costa de temas tan trascendentes como Cristiano Ronaldo o los delirantes argumentos de "Un paso adelante". Total, que me acosté a las dos de la mañana.
Y a las seis menos cuarto me desperté para coger un tren a Murcia... Confiaba en dormir en el tren, pero las butacas eran terriblemente incómodas. Y eso que viajaba en primera clase. Por lo menos, pude desayunar bien. Aunque sospecho que ningún pasajero fue capaz de abrir el minifrasco de mermelada que nos dieron. ¿Primera clase?, diréis. ¡Qué pijo!, diréis. Bueno, yo os digo que, como el tren llegó con casi una hora de retraso, el viaje me salió a mitad de precio (y esto es algo más habitual de lo que parece con Renfe...). Al final, llegué a Águilas, mi destino, a las tres y media de la tarde. Y sin tiempo para adaptarme a la atmósfera de España profunda que reina en el pueblo de mi padre, me vi rodeado de familiares parlanchines en torno a una paella "King Size". Mi abuela siempre cuenta las mismas historias, con las mismas palabras, e incluso se pone a llorar en el mismo momento. Yo estaba demasiado cansado para hacer otra cosa que no fuera sonreír y asentir con la cabeza. Esa noche me acosté temprano, pero la cama en la que dormí es cualquier cosa menos cómoda... Mi hermano y su novia me dejaron solo ante el peligro el domingo por la mañana. Fui un rato a la playa, pero hacía demasiado calor para un norteño como yo. Comí en casa de mi tía, estuve de sobremesa familiar (aquí sí que estaba más despierto y la conversación fue más sabrosa... Era como tener "El diario de Patricia" en la terraza de casa) y cogí el autobús a Murcia. Como en este país los transportes son como son, no salía ningún autobús a Madrid hasta las doce de la noche... No comentaré el viaje a través de la noche en un autobús viejo y lleno hasta arriba de gente. Sólo diré que fue infernal.
Evidentemente, el lunes me caía por las esquinas. Trabajar, trabajé poco, incluso menos de lo que debería. Por la tarde, Joserra, Esti y yo fuimos a ver la casa que la que pronto será mi excompañera de piso se ha comprado cerca del Rastro. Estuvimos un buen rato charlando, tumbados en el suelo de la sala vacía. Es la primera casa que un miembro de mi círculo más estrecho de amigos tiene en propiedad. ¿Nos vamos haciendo mayores? Por la noche, alquilamos una película en el Diurno, el videoclub-cafetería más megafashion de Chueca. Odiamos a su clientela de diseño, pero nos gustan sus películas. La elección del día fue "Thirteen", aunque sólo la vi yo. Esti se quedo dormida viendo el telediario de Apenas3, y cuando se queda dormida no hay quien la despierte... La película no me gustó demasiado, me pareció tópica y poco profunda, aparte de utilizar una serie de recursos bastante trillados. Otra cosa que me llamó la atención es como, en el cine actual, incluso en películas supuestamente realistas como ésta, todo el mundo es guapo o tiene una imagen perfectamente estudiada, aunque sean adolescentes borrachas, madres de clase baja o drogadictos con el mono (otros ejemplos: "Requiem por un sueño", "Elephant"). Eso sí, la peli me hizo pensar en cómo, en ocasiones, nos encontramos con personas que nos deslumbran y nos fascinan, cegándonos. A veces, queremos ser otro... y cuando ese otro, de manera inverosimil, aparece, perdemos el norte y el sur. Pero de eso ya hablaré otro día, que esto va camino de convertirse en un testamento.
Tengo que pensar en algo que me preguntó Ana, ¿por qué se escribe en un blog?
El jueves pasado tuve fiesta de trabajo. Fue en una cantina mejicana: yo pensé que lo prioritario sería la cena, pero me equivoqué. Lo prioritario fueron las Coronitas y los mojitos. Y menos mal que no pasé a las margaritas, que si no... El caso es que algunas de las mayores juergas de mi vida han comenzado en un mejicano y esta vez no fue diferente. Yo había pensado en volver pronto a casa y terminé acostándome a las cinco y media de la mañana. Fue una noche un tanto peculiar, de éstas en las que uno se pregunta si habrá habido una alineación extraña de planetas. Pero no, cuando llegué a mi casa, encendí el teletexto... y no, no me había tocado la primitiva. Ni siquiera había acertado el complementario.
Pensé que el viernes por la mañana podría dormir, pero no... Una mañana de viernes no es una mañana de domingo, y los obreros que arreglan el tejado de la casa vecina y los obreros que están reformando el apartamento de al lado se aliaron entre sí para no dejarme dormir. Así que terminé levantándome, sin ganas de nada, a las doce y media. Desayuné un gran vaso de leche con galletas Chips Ahoy... muy nutritivo, pero es que mi estómago no aguantaba nada más. Mis resacas son básicamente estomacales: se me quita el hambre. Así que para comer, solo tomé un yogur. Griego y azucarado, claro que sí. Por supuesto, a las siete de la tarde desfallecía en mi puesto de trabajo. Me gusta trabajar en el turno de tarde... porque se hace de todo menos trabajar y estás completamente solo. Internet, el congreso y tú. Si no fuera porque el teléfono suena de vez en cuando...
Esa noche tuve cena de "restos de la vida juanita". La pitufa mala de mejor corazón de Zaragoza vino a pasar el fin de semana a Madrid y quedamos un grupo majo de personas a cenar. Fuimos a un italiano de raciones generosas, así que pude saciar mi apetito, aparte de pasarnos toda la noche carcajeándonos en nuestra esquina de la mesa Susana, Joserra, la otra Belen y yo a costa de temas tan trascendentes como Cristiano Ronaldo o los delirantes argumentos de "Un paso adelante". Total, que me acosté a las dos de la mañana.
Y a las seis menos cuarto me desperté para coger un tren a Murcia... Confiaba en dormir en el tren, pero las butacas eran terriblemente incómodas. Y eso que viajaba en primera clase. Por lo menos, pude desayunar bien. Aunque sospecho que ningún pasajero fue capaz de abrir el minifrasco de mermelada que nos dieron. ¿Primera clase?, diréis. ¡Qué pijo!, diréis. Bueno, yo os digo que, como el tren llegó con casi una hora de retraso, el viaje me salió a mitad de precio (y esto es algo más habitual de lo que parece con Renfe...). Al final, llegué a Águilas, mi destino, a las tres y media de la tarde. Y sin tiempo para adaptarme a la atmósfera de España profunda que reina en el pueblo de mi padre, me vi rodeado de familiares parlanchines en torno a una paella "King Size". Mi abuela siempre cuenta las mismas historias, con las mismas palabras, e incluso se pone a llorar en el mismo momento. Yo estaba demasiado cansado para hacer otra cosa que no fuera sonreír y asentir con la cabeza. Esa noche me acosté temprano, pero la cama en la que dormí es cualquier cosa menos cómoda... Mi hermano y su novia me dejaron solo ante el peligro el domingo por la mañana. Fui un rato a la playa, pero hacía demasiado calor para un norteño como yo. Comí en casa de mi tía, estuve de sobremesa familiar (aquí sí que estaba más despierto y la conversación fue más sabrosa... Era como tener "El diario de Patricia" en la terraza de casa) y cogí el autobús a Murcia. Como en este país los transportes son como son, no salía ningún autobús a Madrid hasta las doce de la noche... No comentaré el viaje a través de la noche en un autobús viejo y lleno hasta arriba de gente. Sólo diré que fue infernal.
Evidentemente, el lunes me caía por las esquinas. Trabajar, trabajé poco, incluso menos de lo que debería. Por la tarde, Joserra, Esti y yo fuimos a ver la casa que la que pronto será mi excompañera de piso se ha comprado cerca del Rastro. Estuvimos un buen rato charlando, tumbados en el suelo de la sala vacía. Es la primera casa que un miembro de mi círculo más estrecho de amigos tiene en propiedad. ¿Nos vamos haciendo mayores? Por la noche, alquilamos una película en el Diurno, el videoclub-cafetería más megafashion de Chueca. Odiamos a su clientela de diseño, pero nos gustan sus películas. La elección del día fue "Thirteen", aunque sólo la vi yo. Esti se quedo dormida viendo el telediario de Apenas3, y cuando se queda dormida no hay quien la despierte... La película no me gustó demasiado, me pareció tópica y poco profunda, aparte de utilizar una serie de recursos bastante trillados. Otra cosa que me llamó la atención es como, en el cine actual, incluso en películas supuestamente realistas como ésta, todo el mundo es guapo o tiene una imagen perfectamente estudiada, aunque sean adolescentes borrachas, madres de clase baja o drogadictos con el mono (otros ejemplos: "Requiem por un sueño", "Elephant"). Eso sí, la peli me hizo pensar en cómo, en ocasiones, nos encontramos con personas que nos deslumbran y nos fascinan, cegándonos. A veces, queremos ser otro... y cuando ese otro, de manera inverosimil, aparece, perdemos el norte y el sur. Pero de eso ya hablaré otro día, que esto va camino de convertirse en un testamento.
Tengo que pensar en algo que me preguntó Ana, ¿por qué se escribe en un blog?
13 comentarios
Atzur -
Yo aún ando buscando la versión en inglés del "Disco girl". A ver si la encuentro.
Oñate -
ace76 -
Por supuesto que la música indie es comercial en sus países; yo, a veces, me lamento de que en España se haya dejado prácticamente de escuchar música en inglés. Y sí, yo a veces prefiero a los artistas descaradamente comerciales que a los gato por liebre que nos tratan de vender RockdeLux, Radio3 y otras biblias culturetas.
Norah Jones no me interesa mayormente. Y en efecto, lo triste es que el único disco que me haya apetecido comprar este año es uno de música para dentistas...
Oñate -
Oñate -
Igualemente que hagas esa catalogación tan tajante de música comercial y música independiente. Los grupos indiees ingleses son tan comerciales como cualquiera. Y en terminos de dignidad me parecen menos honestos que los artistas descarademente pop. Al menos estos últimos no tratan de engañan a ningún incauto que se traga todo lo que manda el NME.
Oñate -
Escuchaté su último disco que es Pop-rock.
ace76 -
De hecho, el disco de "Ola Kala" me gusta mucho y en su genero (musica comercial de chiringuito y para bailar) me parece un trabajo más que digno.
Marina -
Catalogar su disco como música de chiringito de Mikonos es lamentable.
Soy Mala, grrr -
Jo! Al menos podías poner una foto que Sakis llevara camiseta de tirantes, jejeje, debo de tener alguna...
ace76 -
Miguel -
Gracias por ir a Murcia y ayudarme a llevar el peso de la estancia.
Mi viaje de vuelta fue un encaje de bolillos: Autobus de Aguilas a Murcia, taxi de la estacion de autobuses a la de tren (¿Por que no se construyen estaciones de transporte generico?), tren de Murcia a Madrid, visita a las tortugas de Atocha, y tren de Madrid a Pamplona. (La estacion de Atocha, mas que estacion de tren, parece un aeropuerto). Todo eso en tan solo catorce horas de viaje, y obligados a visionar por segunda vez en quince dias... Maid in Manhattan (aaarg!). Increiblemente no hubo ningun retraso ni ningun problema. Más vale.
ace76 -
Voy a la piscina con Joserra. Si te quieres venir, iremos a la de Canal.
Manué -
Y no todas las respuestas están en las interrogaciones hechas.
(¿Con quien te vas a la piscina?, jejejejejejeeje).