¡TRES EN UNO!
Israel bombardea Líbano. ¿Está Líbano legitimado para defenderse? Si los de Hezbolá se llevan a los dos soldados secuestrados a Irán, ¿está Israel legitimado para atacar a este país? Y en ese caso, ¿Irán va a dejarse atacar? ¿Es cierto que hay una parte del ejército de Estados Unidos que se muere de ganas de atacar Irán? ¿Por qué resulta tan evidente este movimiento de piezas que desembocan en una sola posibilidad? La semana pasada, Corea del Norte ha estuvo ensayando con misiles, una prueba que Japón ha considerado una provocación y hace apenas tres días, Bombay sufrió un atentado terrorista con la marca evidente de "Al Qaeda". Si esto fuera un libro de historia o una novela de John Le Carré, el argumento de los meses siguientes estaría más que claro. Creo que esto ya lo he dicho otras veces, pero es que últimamente leer el periódico equivale a deprimirse por la estupidez humana.
Mejor pensemos en otra cosa. Mientras las bombas no exploten, podemos seguir haciendo nuestra vida cotidiana.
Éste es el menú por el que he optado en el buffet musical del Summercase:
-Viernes: Adam Green, Belle & Sebastian, Super Furry Animals, The Cardigans, Sigur Ros, Daft Punk, Massive Attack y Fatboy Slim.
-Sábado: The Dandy Warhols, Starsailor, Rufus Wainwright, Happy Mondays, New Order, Primal Scream, Keane, The Chemical Brothers.
Algunos se solapan, así que finalmente no veré a todos. Pero por lo menos, tengo la oportunidad de escoger.
Hace un par de días vi "Elizabethtown" en DVD. Hace varios meses, Esti habló de ella en su blog y título su comentario "Amelie en Kentucky". No le faltaba razón. El personaje interpretado por Kirsten Dunst es una Amelie a la americana, una chica joven, siempre con la sonrisa en los labios y una visión amable, simple, ingenua y sabia de la vida. La inspiración resulta evidente en una de las escenas, en la que Dunst reparte por un mercado objetos y mensajes que dirigen al personaje de Orlando Bloom hasta ella... como si estuvieran en el mismo Montmarte, a la sombra del Sacre Coeur.
Por lo demás, la película me produjo sensaciones encontradas. A Cameron Crowe siempre le traiciona su pasión por la música, cosa que a veces le viene muy bien a la película ("Casi Famosos") y otras, sencillamente, termina por ahogarla ("Vanilla Sky": ¿Qué pintaba el "Good Vibrations" de los Beach Boys en el momento en que Tom Cruise descubre lo que el espectador español ya sabía?). En "Elizabethtown" las referencias musicales están bien encajadas, aunque a veces resultan demasiado fáciles (por ejemplo, cuando Orlando visita el motel donde asesinaron a Mertin Luther King y suena el "Pride (in the name of love)" de U2). A Cameron Crowe se le distingue también por escribir diálogos más que notables (la larga conversación telefónica entre Orlando y Kristen, el arranque de la película en la fábrica de zapatillas, el encuentro de Orlando con el novio que celebra su boda en el hotel donde está alojado), aunque a veces rocen peligrosamente con lo ñoño. Se le agradece que sepa hablar de temas como el amor, el fracaso, la muerte, la familia... de una forma directa y cotidiana sin caer en el cinismo ni en la trascendencia (bueno, en esto, a veces, sí que cae). Sin embargo, a "Elizabethtown" le falta algo de chispa y hay personajes completamente fallidos (estoy pensando en Susan Sarandon y su baile de claqué, momento pretendidamente emotivo y realmente patético. Pocas veces he sentido vergüenza ajena por un personaje fictico). Esa supuesta Arcadia americana que es Elizabethtown no resulta creíble en absoluto y mucho menos esa facilidad con la que todo el mundo acepta la muerte del padre.
El principal problema de Cameron Crowe es que alarga sus películas hasta la extenuación. En "Jerry McGuire", el personajes triunfaba, fracasaba, volvía a triunfar, tenía novia, la dejaba, conocía a otra chica con un hijo, se enamoraba, se casaba, su matrimonio corría peligro, se reconciliaba... ¡la leche! ¡Eso no es una película, es una teleserie! En "Elizabethtown" pasa lo mismo: lo que sería el final de la película se convierte en otra película en sí misma. Una vez enterrado a su padre, Orlando, con un libro-mapa ilustrado con citas, canciones y polaroids que le ha regalado Kristen, vuelve a Oregon haciendo un recorrido en coche por las carreteras americanas. Lo que era una comedia dramática se transforma en una Road-Movie de 15 minutos que es, sin duda, la mejor parte de la película.
Y es que, aunque su presidente se empeñe en hacernos creer lo contrario, Estados Unidos es un hermoso país.
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mce79 -
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