DON´T LOOK BACK IN ANGER
Dado que mi presente actual no es precisamente radiante, no tanto por mí sino por las circunstancias que están atravesando algunos de mis amigos, y ya que abrí el baúl de los recuerdos para desempolvar mi pasado en el Burguer King, ¿por qué no seguir enseñando viejas fotos del album?
Casi nunca pienso en el pasado anterior a la Universidad, quizás porque lo veo como algo muy lejano, sin relación apenas con mi vida actual. Pienso en mí como adolescente y casi no me reconozco, o puede que prefiera no reconocerme. Tengo la sensación de que era un niño bastante estúpido y repipi, de estos que siempre meten la pata al abrir la boca y se ganan las antipatías del resto. También era muy tímido, con un miedo atroz a hacer el ridículo en público. De esto aun me quedan resquicios y quizás sea uno de mis mayores defectos: aun hay muchas cosas que me dan vergüenza, cosas realmente absurdas, la verdad. Me cuesta mucho hacer preguntas y me cuesta mucho más enfrentarme a personas maleducadas y gritonas, el cerebro se me bloquea y no soy capaz de articular frases coherentes. Aunque, poco a poco, he ido mejorando.
Durante mi adolescencia, me sentía como un pez fuera del agua, nunca me integré en la masa, en el grupo. Era un elemento extraño que quería ser como todos los demás. Hasta que un día todo cambió. O más que un día, fue una semana.
En septiembre de 1993, antes de empezar COU, me fui de viaje de estudios a Mallorca. Fue una semana de playa y piscina, asquerosa comida de hotel, primeros devaneos con el alcohol, botellón en la playa con visita de la policía incluida y karaoke (desde aquí pido perdón a Kansas por haber destrozado "Dust in the wind"), primeros bailoteos en una discoteca... Me acuerdo del BCM, de como varios nos subimos a un podio a hacer como que bailábamos entre flashes, rayos laser y canciones de Haddaway y Robin S. Al salir del local, los oidos me zumbaban como nunca.
Durante esa semana fui un adolescente como todos los demás, un elemento más del grupo del que siempre había querido ser parte. Me sentí normal.
Y me di cuenta de que, en el fondo, no me gustaba ser normal. Por lo menos, no de esa manera. Me sentía más cómodo siendo un bicho raro. Poco después, conocí otros ambientes y, por primera vez desde la infancia, hice amigos de verdad. En la Universidad descubrí que no era un bicho raro, sino que era como todo el mundo. O mejor dicho, que yo era yo, con mis particularidades y mis rarezas, algunas de las cuales, de repente, dejaron de ser defectos para convertirse en virtudes. Ni bicho raro, ni friqui de pasillo, ni marginado de pupitre. Yo soy especial. Todos lo somos, ¿no?
Mi adolescencia fue un cuento de terror con final feliz.
5 comentarios
Anónimo -
Jose -
Carrusel en obras -
Lucía -
Así que sí... Te doy la razón. Mola ser un bicho raro, y mola leerte.
esti -