LA FIESTA DE MAX
Yo había estado en esa casa antes. Era un bar sucio y cochambroso, la definición arquetípica de "garito", incluso de "tugurio". En la oscuridad, la gente se apelotonaba en sus dos plantas mientras el pichadiscos (ese tipo de local no tiene DJ, tiene "pincha") ponía grandes éxitos del rock de los setenta.
Cuatro años después, nada recordaba a lo que el lugar era antes. El espacio era diáfano, la luz era tamizada y los colores eran blanco y rojo. Recordaba a un loft de una revista de diseño, pero también a un garaje. En el sotano inferior, un auténtico DJ machacaba el aire con sus discos. Poco antes, uno de los invitados había tocado varías melodías con un acordeón. El contraste entre la modernidad del ambiente y el sonido del instrumento era llamativo. Al final, sólo dos chicas vestidas de negro prestaban atención al músico. El anfitrión se animó a bailar un tango rudimentario.
A lo largo de la noche, la casa se fue llenando de gente. Me econtré con antiguos compañeros de la ECAM y pude despacharme a gusto con el pasado. Y es que como dicen en "Los Simpsons":
-Lo que pasa es que criticar es fácil.
-¡Y divertido!
Bebí un whiskey más de lo que aconstumbro. Pero al notar que la acidez en mi lengua aumentaba, decidí dejar la copa en una esquina. No había macetas a la vista donde derramar el líquido.
4 comentarios
ace76 -
Y sí, claro que me lo pasé bien.
Er Manué -
esti -
Joserra -