RUTINA
Noviembre es un mes que no me gusta. Sobre todo en días como hoy, en los que hace tanto frío... Parece que va a ser un invierno de estos que entran en la piel y se clavan hasta lo más hondo de los huesos. Lo único que me gusta del invierno es que, cuando está despejado, el cielo es de un color azul intenso, casi metálico.
Rutina es al sensación que me domina últimamente en el trabajo, quizás porque todos los días se parezcan los unos a los otros. También influye el hecho de estar siempre con Aroa y no tener más compañeros de trabajo... Y empiezo a estar más que harto de la comida del Congreso. No es mala, pero llega un momento en que echas de menos un poco de variedad. Siempre hay ensalada, pasta italiana, alguna legumbre y alguna bazofia gratinada. Y carne y pescado. Y del menú de dieta, mejor no hablamos...
La impresión de rutina se acrecienta con la lectura diaria de la prensa. Cada vez presto menos atención a la secciones nacional e internacional del periódico, porque parecen la mismas todos los días... Hay noticias que se llevan repitiendo desde hace tanto tiempo. Y lo peor es que todo parece indicar que nos acercamos a un momento en que todo reviente como una olla a presión: Irak, Palestina, violencia xenófoba en Holanda, inmigración masiva e ilegal, crisis religiosas, contaminación... Salta a la vista que así no podemos seguir, pero nadie se pone manos a la obra para solucionar los problemas. Es como los pisos... Cada vez son más caros, cada vez hay más gente endeudada hasta las orejas, cada vez se acerca más el momento en que cambie el ciclo económico, suba el precio del dinero y... miles de españoles arruinados. Pero literalmente arruinados, como en el crack de 1929. Volverá a haber sucidios masivos desde los rascacielos de Wall Street.
Eso sí, en cuanto salgo de trabajar, es como si mi vida comenzara de verdad. Es como si el trabajo fuera un paréntesis, un peaje diario que hay que pagar para poder disfrutar del resto de la semana, de las noches, de los atardeceres y de los amaneceres... Ya me lo dijo mi antiguo jefe de Transvision, yo no soy de los que vive para trabajar, sino de los que trabaja para vivir. Y aunque estoy contento con mi vida (ya sabéis que soy asquerosamente feliz, jajaja), me pregunto si algún día sabré hacer que mi trabajo sea también algo más que una bonita cifra en mi cuenta corriente a finales de cada mes.
Me parece a mí que útimamente me repito mucho, siento aburrir a mis lectores.
Rutina es al sensación que me domina últimamente en el trabajo, quizás porque todos los días se parezcan los unos a los otros. También influye el hecho de estar siempre con Aroa y no tener más compañeros de trabajo... Y empiezo a estar más que harto de la comida del Congreso. No es mala, pero llega un momento en que echas de menos un poco de variedad. Siempre hay ensalada, pasta italiana, alguna legumbre y alguna bazofia gratinada. Y carne y pescado. Y del menú de dieta, mejor no hablamos...
La impresión de rutina se acrecienta con la lectura diaria de la prensa. Cada vez presto menos atención a la secciones nacional e internacional del periódico, porque parecen la mismas todos los días... Hay noticias que se llevan repitiendo desde hace tanto tiempo. Y lo peor es que todo parece indicar que nos acercamos a un momento en que todo reviente como una olla a presión: Irak, Palestina, violencia xenófoba en Holanda, inmigración masiva e ilegal, crisis religiosas, contaminación... Salta a la vista que así no podemos seguir, pero nadie se pone manos a la obra para solucionar los problemas. Es como los pisos... Cada vez son más caros, cada vez hay más gente endeudada hasta las orejas, cada vez se acerca más el momento en que cambie el ciclo económico, suba el precio del dinero y... miles de españoles arruinados. Pero literalmente arruinados, como en el crack de 1929. Volverá a haber sucidios masivos desde los rascacielos de Wall Street.
Eso sí, en cuanto salgo de trabajar, es como si mi vida comenzara de verdad. Es como si el trabajo fuera un paréntesis, un peaje diario que hay que pagar para poder disfrutar del resto de la semana, de las noches, de los atardeceres y de los amaneceres... Ya me lo dijo mi antiguo jefe de Transvision, yo no soy de los que vive para trabajar, sino de los que trabaja para vivir. Y aunque estoy contento con mi vida (ya sabéis que soy asquerosamente feliz, jajaja), me pregunto si algún día sabré hacer que mi trabajo sea también algo más que una bonita cifra en mi cuenta corriente a finales de cada mes.
Me parece a mí que útimamente me repito mucho, siento aburrir a mis lectores.
5 comentarios
Maggie Wang Kenobi -
Ya me las apañaré.
ace76 -
Huy, mira que este anónimo me resulta poco anónimo...
Anónimo -
Miguel -
Joserra -