EL VERANO QUE VI BALLENAS
Hay muchas cosas que recordaré de Seattle, como la imponente silueta del Monte Rainier en el horizonte, el color de la fruta en los puestos del Pike Place Market, los juegos infantiles en la Universal Fountain, el olor a polvo y humedad en la ruta guíada por los antiguos subterráneos de Seattle o haber descubierto donde está el centro del universo. Pero sobre todo, recordaré que el verano de 2007 vi ballenas.
En el océano Pacífico hace frío. Mucho frío, del que te atraviesa la piel y la carne y llega hasta los huesos. Pero las tres horas de travesía a través del mar tienen su recompensa cuando el barco afloja su marcha hasta casi detenerse. Todos los pasajeros fijan su mirada en el agua, expectantes, en completo silencio. Y de repente, lo ves. Un surtidor de agua pulverizada se eleva entre las olas, seguido por el lomo oscuro de una ballena gris que apararece, lenta y majestuosamente, durante unos segundos que tienen algo de mágico. No sabria explicar por qué, pero tampoco encuentro otra palabra para describirlo. No es el efecto hipnótico que produce contemplar el movimiento de los peces en un acuario, es algo distinto. Es un momento breve y sencillo en el que todo parece estar en su sitio, los mares, los continentes, el cielo, tú mismo.
Nadie volvió decepcionado del viaje.
Actualización: Y a continuación, podeis vislumbrar a las ballenas en movimiento. Mi primer video Youtube, chispas.
7 comentarios
mce79 -
Tony tornado -
El vidrio lo ve´re en casa, que aquí no hay manera...
Aun así, el post es mazo lírico (tron)
eva -
tu niña mimada
eva
mce79 -
Jose -
Su -
Yo veo una todos los días, jajaja
Joserra -
A mi me impresionó, en fotos, claro, el monte ese, parecía de cuento, de telón pintado de fondo