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El blog de ace76

LLAMADAS INESPERADAS

LLAMADAS INESPERADAS

La gente llama por teléfono. Descuelgas el teléfono, marcas unas teclas y, casi milagrosamente, a través de una maraña de cables, antenas y satélites, otra persona te responde al instante. Da igual que esté en el otro lado del planeta. De repente, estás hablando con ella.

Cualquiera puede llamar por teléfono.

Yo era un becario en una radio, en la sección de información local (aunque también trabajaba en los boletines horarios, lo que más me gustaba con diferencia. Pero eso da para otro artículo). Era la semana de fiestas de la ciudad. Sonó el teléfono y, aunque procuraba evitar cogerlo, no había nadie cerca y tuve que responder. Era una señora mayor, de voz suave y educada: "Perdone, ¿no sabría usted si los taxis pueden entrar en la parte vieja?". Yo le dije: "No, la parte vieja está cerrada al tráfico durante las fiestas". Y ella me respondió, con un hilo de voz: "Es que soy ciega y no puedo salir de casa". A mí se me cayó el alma a los pies. Lo único que pude hacer es darle el teléfono del LagunTaxi, un servicio de taxis dirigido a discapacitados y a cuya presentación había ido pocos días antes. No te advierten de este tipo de cosas en la Facultad.

Otras llamadas eran mucho más livianas. Durante el verano, en Pamplona, era muy frecuente que a primera hora de la mañana llamaran unas cuantas personas a la radio para hacer la misma pregunta: "¿Qué tiempo hace hoy en San Sebastián?". O directamente, "¿es hoy día de playa?".

En Transsvission nunca me llamo nadie. Eramos así de desconocidos. Lo que sí llegaban eran quejas absurdas al departamento correspondiente de Iberia. Bueno, no todas, un pasajero se quejó porque se habían emitido unos clips de video en los que salía un avión estrellándose en la selva, y otro se quejó porque se incluyó en la programación una broma de cámara oculta sobre una falsa bomba. Que sepais que la programación audiovisual (cuando había de eso, antes de que el 11S y las low-cost reventaran el mercado)que se pone en los aviones es especialmente aburrida y soporífera para que los pasajeros se duerman y puedan olvidarse de que están en un avión. ¿Que si la programación fuera entretenida también se distraerían y se olvidarían de que están flotando en el aire a diez mil metros de altura en un aparato que pesa unas cuantas toneladas? Sí, seguramente. Pero hacer una programación divertida requiere mucho más esfuerzo y creatividad que la mera acumulación de imágenes bonitas y palabras altisonantes sin contenido.

La queja que se llevó la palma, de todas formas, fue una que llego por carta de un viajero sudamericano. Protestaba porque, dentro de un anuncio de una exposición que se iba a hacer en el Museo del Prado, se habían incluido cuadros de desnudos. Y eso era "una ofensa a la Ley de Dios", decía. Nos preguntaba: "¿No tienen en cuenta que hay niños pequeños en los aviones y por sus ojos está entrando el demonio?". Creo que fue la única ocasión en la que la empresa no hizo caso de una queja ridícula. Porque una de las cosas que más me sorprendió es como se bajan los pantalones las empresas ante la más mínima protesta. El miedo a perder un solo cliente es superior a la defensa de tu propio producto. Y por lo visto, los miembros de la página de humor Hazte Oir son los viajeros más frecuentes de las compañías aéreas. O por lo menos, los que más tienden a quejarse.

En fin, que me desvio mucho del tema.

En mi trabajo de ahora, el teléfono es una herramienta clave. Y a veces uno recibe llamadas inesperadas. Al poco de empezar aquí, un señor llamó para advertir de que los gobiernos están desarrollando un arma que produce ondas psíquicas para manipular las mentes de la gente. Él podía asegurarlo porque era una víctima de ello: ¡oía voces dentro de su cabeza! Durante unos segundos, me sentí Fox Mulder. Por lo general, uno acaba haciendo de psicólogo, ya que la gente que hace ese tipo de llamadas suele buscar a alguien que les escuche. A algunos se les va la cabeza, otros sólo quieren desahogarse. Algunos cuentan historias terribles. Yo trato de ayudarles en lo que esté en mi mano.

Aunque he de confesar que yo también lo he hecho en una ocasión. Cuando vine a vivir a Madrid, hubo unas semanas en las que saltó una alarma informativa que decía que la CocaCola y otros productos que llegaban de Bélgica estaban envenenados y contaminados con dioxinas (absurdeces que venden periódicos). Aquella noche Axel le trajo unos chocolates a Esti. Y resultó que eran "made in Belgium". ¿Cómo saber si la marca estaba en la lista de productos no recomendados a las doce de la noche?. En aquellos tiempos, Internet era una utopia y comprar el periódico, un lujo del que se podía prescindir. Así que, por supuesto, llamamos a la radio... nos pusieron con los servicios informativos... una redactora nos dijo que no, que esa marca se podía comer (casi seguramente se inventó la respuesta, cual teleoperadora de compañía telefónica)... y así pusimos nuestro granito de arena en el catálogo de llamadas inesperadas.

(Este artículo debería inaugurar una nueva categoría: "batallitas de ace76")

2 comentarios

Maggie Wang Kenobi -

ainsss, que abuelete testás volviendo, tiatiatia

Joserra -

Aquí en mi santa casa ha llamado gente a veces pidiendo hablar con el director de la película que se estaba emitiendo